Aunque me había preparado mentalmente miles de veces para vivir el ansiado momento de traer al mundo a nuestra hija, al ingresar a pabellón me sentía aterrada; había repasado una y otra vez como seria el proceso y los preparativos médicos para dar la bienvenida a mi ansiada Antonia José... la anestesia, la camilla angosta, los rostros desconocidos observandome e invadiendo mi intimidad, la desagradable sensasion de que parte de mi cuerpo entrara lentamente al mundo de la insensibilidad y había prometido tener calma, dejar que todo transcurriera pensando en el "futuro", que implicaba tener a mi amada porota entre los brazos. Sin embargo, al enfrentar el momento al fin, me sentía aterrada, perdida y lejos de la única persona que me da fortaleza y valor. Temblaba, transpiraba frió y me aferraba a las manos piadosas de la matrona que intentaba calmarme... desesperada trataba de visualizar el rostro de mi esposo y sentir su mano tomando la mía para impartirme valor. Recostada en la camilla, con los brazos extendidos, conectada a maquinas con pitidos extraños, con un medico preguntándome como me sentía y viendo como otros, afanosos, trabajaban en mi vientre me sentía perdida y casi había olvidado el porque me encontraba en tan atemorizante situación. Para empeorar las cosas, una reacción adversa a la anestesia hizo que todo el cuadro se volviera aun mas estresante, en medio de las faenas comencé a tener arcadas incontrolables y el mundo se habría bajo mi espalda y sentía unas ganas locas de salir huyendo, se arrastrarme hasta la puerta suplicando auxilio.
Los médicos se apiadaron de mi e hicieron entrar antes de tiempo a mi amado esposo. Cuando el medico ordeno su ingreso, una luz de esperanza se instalo en mi pecho y sentí un poco de calma, al fin su rostro algo asustado apareció en la puerta y presuroso cogió mi mano temblorosa. En sus ojos normalmente en extremo serenos, se vislumbraba el terror y las incontrolables ganas de salir huyendo, pero resistió estoicamente e incluso fue capaz de grabar la llegada al mundo de nuestra hermosa hija.
lunes, 9 de febrero de 2009
Su llegada...
Lunes 02 de Febrero, 08:00 am, Clínica Hospital del Profesor...
Apretando con fuerza mi mano, loco de emoción y felicidad, decía casi gritando "¡Ahí viene, ahí viene! y yo sentía que mi corazón estallaba, poco importaba todo, llegaba al mundo nuestra ansiada hija, al fin nos conoceríamos, al fin la sostendriamos entre nuestros brazos... al fin después de largos nueve meses de incertidumbre y temores, veríamos concretados nuestros anhelos.
A lo lejos sentí un leve quejido, mínimo y de pronto un llanto fuerte y lleno de vida, mi hija había nacido y sus pulmones funcionaban a la perfección. Una calma indescriptible se apodero de mi corazón, de verdad ya nada importaba, de verdad me sentía fuerte y capaz de pasar mil veces por lo mismo con tal de sentir ese llanto delicioso. La trajeron junto a nosotros, aun sucia y asustada, Mi amor la sostenía entre sus brazos y yo la besaba ansiosa y observaba ese rostro hermoso, esos ojos profundos, y grandes mirando el mundo desconocidos. Mi voz lograba calmar algo su llanto y eso me hacia aun mas feliz, mi Hija me reconocía, nos reconocía... Se la llevaron para los examenes y su padre se fue con ella, pero yo ya no temía, ya estaba en calma y un amor nuevo, un sentimiento fuerte e ilimitado invadía mi corazón y me sentía capaz de cualquier cosa, cuando la trajeron aun estando yo en la mesa de operación, regaloneamos los tres, nos reconocimos, nos sumergimos en nuestro mundo y todo el resto desapareció... El, yo y ella reconociendonos, aprendiéndonos y comenzando nuestra vida de a tres...
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1 comentario:
Pobrecita, qué carita de terror tenías en la Clínica antes de entrar a pabellón, y qué decir de cuando te encontré toda conectada y con los doctores trabajando en tu guatita. Que bueno haberte dado esa tranquilidad, espero ser eso siempre y que estemos juntos ahora los tres.
Las amo.
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