miércoles, 26 de febrero de 2014

Tus Palabras v&s Las mías

“Deja que se vayan de una vez esas palabras
Y no tengas miedo de abrirles la ventana
Que la rabia es necia y no sabe lo que habla
Que venga el silencio y nos devuelva la calma…” 
                                                          (F. Ubiergo)


Cuánta razón tienen estas frases, es muy sencillo enredarnos en palabras sin sentido, en expresiones hirientes y falsas, solo para decir, de muy mala manera, la frustración que sentimos, de “sentirnos” incomprendidos. Tratamos, por dios que tratamos, de comunicar lo que realmente está en nuestro corazón, con palabras calmadas y cuerdas, pero sin duda, es más sencillo darle rienda suelta a la rabia, al enojo y dejar que hablen por nosotros, y salen así, a borbotones acusaciones, quejas, reclamos, dramatismos, muchos “jamás”, “nunca” y “esto ha llegado a su límite”, salpicando la idea inicial y a veces eliminándola del mapa. Luego, cuando la tormenta ha pasado, cuando ya no hay nada más que decir,cuando el silencio inunda la habitación y estamos uno frente al otro, con esas crueles palabras dando vueltas alrededor, nos damos cuenta que el tema inicial se ha perdido, que hemos dicho cosas incoherentes y que por supuesto el amor sigue siendo real e inmenso, pero las palabras están dichas, el daño causado y se debe buscar la manera de “abrir la ventana” para dejar ir esas palabras, dejar que el silencio calme los ánimos y comenzar otra vez.

En algo tienen que darme la razón los que hasta aquí mueven la cabeza en señal de desaprobación, y es que NUNCA ES FÁCIL comunicarnos, por más que gocemos del don del habla y de miles de palabras registradas en el diccionario de la “Real Academia Española”, SIEMPRE ES COMPLICADO. Y es que no es sencillo expresar con esas palabras, francas y sutiles, todo el peso de nuestros sentimientos, pesares y emociones. Padres e hijos, amigos, jefes y empleados, matrimonios, enamorados, TODOS en algún momento hemos estropeado una charla por palabras traídas desde el enojo ¿verdad?

Ahora quiero detenerme, con su permiso, en una faceta de este arte de la comunicación, que a mi parecer, es la más compleja y siniestra de la vida: “La comunicación en la pareja”, aquí el reto es inmenso y aun no conozco a nadie que pueda decirme lo contrario.

Para ser más concisa y realista, siendo yo una mujer casada por hermosos once años, y gozando de la amistad de varios matrimonios con sus propias experiencias, me referiré a la comunicación entre esposos y esposas, aquellos que comparten lecho por algo más de un mes y de los que llevamos varios años casados, porque nunca es fácil, ni al principio, ni al medio y después de 50 años de feliz matrimonio, os aseguro que sigue siendo todo un reto.

Todo comienza cuando se acaba ese idílico primer mes de luna de miel, de arrumacos y de te amos al por mayor, ese tiempo de condescendencia y perdón instantáneo, y se da paso a la realidad de lleno. Y así, de pronto, nos encontramos frente a un individuo con sentimientos y necesidades personales que no se refieren solo a nosotros, es decir, que no estamos de acuerdo en todo lo que decimos, ni en todo lo que hacemos, ni en todo lo que deseamos, como creíamos y que por alguna extraña razón, nuestro amado, ha decidido, en este instante en particular, comenzar a expresar, y con justo derecho, lo que siente, lo que desea, lo que espera y lo que le molesta, con total sinceridad, cosas que hasta hace unos días se reservaba para sí, para no estropear los dulces momentos, consiente, cada cual (esposo y esposa) que a la hora de ponerlos sobre la mesa la cosa se volvería algo menos dulce. ¿Estamos de acuerdo hasta aquí?

Pues bien, luego del reconocimiento inicial y quizás porque el amor está en pañales y se teme herir al ser amado y perder los deliciosos arrumacos, la comunicación es escabrosa pero no tanto, somos más comprensivos, aguantamos más, decimos menos, hasta que los años pasan, el tiempo se acumula, el amor se asienta, la confianza también y comenzamos a ser nosotros mismos de una buena vez. Cada pareja tiene sus tiempos y en eso no me entrometeré, y por supuesto no confesare mis plazos. Pero aquí llegamos al punto en que todas las parejas que llevamos años casados nos conectamos y estoy segura que muchos al leerlo asentirán con la cabeza y se sentirán, en parte identificados.

Por alguna extraña razón, irrazonable, con el paso de los años, esperamos que ese ser que nos ama y que comparte su vida con nosotros, nos comprenda sin palabra alguna, que entienda nuestros gestos, nuestros silencios, que satisfaga nuestras necesidades, incluso las no expresadas, que sepa cuando queremos un abrazo o cuando deseamos espacio y así por el estilo; pero vamos!!! seamos realistas, nosotros tampoco somos capaces de esa locura, por mucho que amemos y conozcamos a nuestro cónyuge. O sea necesitamos comunicarnos, expresarnos, con palabras, y aquí es cuando la pista se pone complicada, porque hombre y mujer tenemos maneras diametralmente opuestas de hacerlo.

Para ser justa comenzare con nosotras las mujeres… cuando deseamos comunicarnos, debemos reconocer, que no todas las palabras tienen el significado que se encuentra en el diccionario y esperamos que por amor, nuestro hombre reconozca cuando los “NO” quieren decir SI, los “lárgate” quieren decir quédate justo donde estas y el “por supuesto anda”, es “si vas te mato” y así miles de frases veladas que usamos las féminas, porque simplemente no podemos expresar objetivamente lo que deseamos y esperamos. Queremos que nos descifren y nos allanen el camino, que perdonen nuestras incongruencias y nos acojan entre sus brazos aun sin comprender absolutamente nada de lo que está sucediendo realmente. Que sepan que cuando decimos que queremos comer “algo” no es un trozo de pan, o cuando decimos “estoy gorda” no esperamos apoyo si no negación inmediata (nooo como se te ocurre!!), que cuando nos miramos al espejo diciendo “esta ropa no me queda”  esperamos que reafirmen nuestra belleza (existente o no) y no que nos manden por otro atuendo digan "pero si te ves genial" sin levantar la vista siquiera, que cuando les contamos que peleamos con nuestra mejor amiga, no queremos que nos enumeren los defectos de ella, si no que nos recuerden las cualidades, Etc. Etc. Y estalla la guerra cuando no somos descifradas, obviamente y viene lo que hablábamos al principio.

Con esto, por supuesto, no libro a los hombres de su inmenso problema con la comunicación, que en resumen, es no comunicar, ellos no quieren ni esperan que los entendamos. Si tienen un problema, ellos desean simplemente su espacio, que respeten su silencio taimado, que no pregunten qué pasa. Recuerden ellos no necesitan nuestra confirmación de si son apuestos o si están gordos o delgados, de si los amamos o no, y si ellos quieren comer algo lo piden con todas sus letras. Son francos en exceso, prácticos en extremo y nada sutiles, así son nuestros machos. Cuando ellos se sienten bajo estrés lo ideal es sostener un iPhone (o Celular con android) en una mano y el control remoto en la otra, silencio total, nada de niños, ni problemas domésticos, así sus prácticas mentes trabajan en resolver su conflicto sea cual sea. Y aquí se armó, porque, nosotras, comunicadoras innatas, no comprendemos, ni aceptamos este modo de comunicarse. Y no solo no lo entendemos, si no que nos molesta soberanamente que no deseen expresarse, y mal interpretamos su silencio y hablamos y reclamamos y preguntamos, hasta que nos gritan un “puedes dejarme en paz un segundo” y vamos con la pelea otra vez.

Pero el hecho es este: Nosotras comunicamos, nos expresamos, hablamos del problema, lo deshuesamos, lo ponemos patas arriba y patas abajo, no buscando una solución, sino simplemente porque nos es necesario, así logramos verlo desde otra óptica, restarle importancia o algo así y como entre mujeres nos entendemos, acudimos a nuestras amigas, que con gusto oyen nuestras quejas, sentimientos y penas, asintiendo amorosamente, apoyándonos generosamente, comprendiendo cabalmente nuestra necesidad de desahogo, sin busca de solución, la que solo te plantean si la pides, a gran diferencia de nuestros machos que a la primera frustración planteada buscan UNA SOLUCIÓN, a ellos los agota la charla sin sentido, para ellos no existen los blas blas que no generan ninguna solución, porque sin duda, lo que mejor hacen los hombres es buscar soluciones prácticas, reales y ojala inmediatas a todos cuanto problema planteemos.

Insisto no es sencillo comunicarnos con nuestras parejas, nos amamos, nos aceptamos, nos conocemos y casi nos comprendemos, pero eso no hace la comunicación más sencilla, ni más fluida ¿Por qué? Si tuviera la respuesta a esa pregunta, sin lugar a dudas me libraría de muchas batallas innecesarias y degastadoras.
Según los estudiosos y entendidos en esta materia, se trata de la simple verdad morfológica, de que “nuestros cerebros funcionan de distinta manera, las mujeres tenemos más desarrollada un área del cerebro y los hombres otra y punto”. Pero al llevar esto a la vida, no tiene ningún sentido ni relevancia, porque ninguno de los dos (hombre y mujer) a la hora de discutir o expresar alguna molestia o necesidad, tiene la racionalidad de pensar que el otro tiene una óptica distinta de los problemas e incluso de las palabras. Cada cual, al discutir o expresar, se sitúa en su polo cerebral, escuchando muchas veces frases en “chino” desde el otro lado, interpretando y descifrando, la verdad desencriptando lo que oye, pasándolo por su descifrador personal que muchas veces está mal calibrado, dando como conclusión muchas palabras erradas y estalla la tercera guerra mundial, que como decía en un principio da cabida a mucho dramatismo… para finalmente, pero finalmente, terminar como dice la hermosa canción…

“Un beso como la primera vez
Para olvidar tanta estupidez
Pues él sabe que aunque se nuble el cielo
El sol brillara otra vez
Un te quiero así a media voz
Un corazón latiendo por los dos
Que dice, hay que empezar de nuevo
Pues así es el amor…”


viernes, 16 de septiembre de 2011

La muerte de un famoso extraño

Que sensación extraña me llena el alma, que insólito esto de no poder dejar de llorar cada vez que recuerdan la trágica muerte de unrostro televisivoal que jamás conocí personalmente y que es más, por el que siempre sentí algo de recelo por su forma caprichosa de ser, pensaba que se creía demasiado “el cuento” de su fama y de ser “mino”, aunque la verdad nunca supe mucho de él, nunca seguí sus pasos o programas, simplemente, decía yo, “no me vende el cuento”, ni tan lindo que es!!!!!!! refunfuñaba cuando todas gritaban por él. Raro pues es que, ahora, que falleció de trágica forma, que sus restos están desaparecidos y que el mundo entero (país) llora su partida, me sienta profundamente conmovida, y llore. Sí, lloro y con pena, con tristeza y no podría explicar por qué.

Con el partieron 20 personas, todas iban en un vuelo rumbo a Juan Fernández, una isla que fue duramente golpeada por el tsunami del año pasado, iban pues en la misión de ayudar a levantar parte de lo que aún faltaba por reconstruir y aunque también me conmueve que estas bondadosas personas hayan encontrado la muerte de forma tan violenta y sorpresiva, dejando familias doloridas y solas, me perturba de forma extrañamente particular que este “famoso extraño” desapareciera tan violentamente.

Me analizo pues, buscando en lo más profundo de mi ser, siendo completamente sincera conmigo misma y aplicando los más altos valores emocionales para encontrar una razón cuerda a esta desazón que me invade cada vez que recuerdo que este “famoso extraño” ya no está más con nosotros y no la encuentro. Pienso primero que era un rostro muy muy público, un rostro que siempre podías ver por qué, no solo era rostro de TV, sino también de grandes tiendas, y de portada de diarios y revistas, y claro ya no estará más, o quizás estará, pero siempre diremos o pensaremos… pensar que está muerto!!!.También he de reconocer que era un hombre apuesto, “mino”, joven (44 años), solitario, con plata, fama y una controvertida vida amorosa, una parcela en chicureo y una pasión insólita por los Halcones y los animales en general, un hombre con suerte, podría decirse y murió en el esplendor de su vida y fama, cuando menos lo pensaba, cuando más lleno de vida y pleno se sentía, imbuido en su fama, en una floreciente relación amorosa, en hacer cosas por los menos afortunados, sintiéndose por decirlo así “dueño del mundo” y de su vida, capaz de cualquier cosa. Sin embargo, el infortunio lo sorprendió en el aire, rumbo a una buena acción… el avión en que viajaba capoto contra el mar y con tal fuerza que se desintegro sin dejar rastro de su famosa persona. Así, aunque tenía planes, miles quizás para el futuro, que cuidaba su salud, su apariencia, que “tenía toda una vida por delante”, un accidente
brutal corto todos sus sueños, toda su vida, todo su futuro y desapareció para siempre de nuestras vidas, ya no está más y eso me conmueve, me parece increíble y me llena de una sensación horrenda de fragilidad.

Sí, por que inevitablemente pienso cuan frágiles somos, como penden de un hilo nuestras vidas, hoy estamos, mañana quizás.Por más que nos esforcemos o nos cuidemos, un cruel accidente involuntario puede sesgar nuestras vidas de pronto, sin darnos tiempo de decir adiós y peor aun dejando dolorida a muchas personas que nos aman, conmovidos y afectados a un punto que no podremos controlar. ¿Qué hacer con esta posibilidad tan real pendiendo sobre nuestras cabezas constantemente? ¿Decir “te amo” más constantemente?, ¿discutir menos y perdonar más? ¿No dejar que los problemas nos afecten demasiado porque al final mañana puede que no estemos para solucionarlos o cargar con ellos? Decir adiós cada mañana, junto a las palabras con que quisiéramos nos recordaran? ¿Qué hacer?... tratar de vivir a concho cada día porque quizás será el último?... la verdad sería un calvario estar constantemente pensando en que moriremos o que alguien que amamos puede desaparecer dentro de los próximos minutos y sin despedirse. Cruel es, pero real.Sin embargo, creo yo, lo más saludable para nuestras mentes, es obviar irresponsablemente esa posibilidad. Quizás, amar y perdonar más, ser más tolerantes y menos graves, vivir y gozar de la vidacon lo bueno y lo malo, más inconscientes de que mañana podremos no estar.

Tengo yo una esperanza maravillosa para el futuro y me esfuerzo día a día porque, no solo yo, sino también mis amores, podamos disfrutar juntos de ella y ser felices sin el cruel verdugo de la muerte pendiendo sobre nuestras cabezas. Eso me calma de cierta manera, me da algo de paz pensar que la muerte no es algo eterno, que es dolorosa, cruel pero no eterna.

Con todo, estoy conmovida, dolida, afectada por la trágica desaparición de este “famoso extraño”, por todo lo antes dicho y también simple y llanamente porque soy humana y el corazón duele con la muerte, porque no fuimos creados para aceptarla, sea la muerte de quien sea, aun de alguien que no conocemos.

Como conclusión… Sí, TENGO PENA POR QUE FELIPE CAMIRUAGA SE MURIO, tengo pena y no me mires con esa cara de incredulidad, porque como el resto del país estoy conmovida y lloraré las lágrimas que deba hasta que deje de doler ok!!!! Hasta que me acostumbre, me lo crea o lo que sea que tenga que suceder para que deje de darme pena.

viernes, 4 de febrero de 2011

Mi vida?

- Si tuvieras que contar tu vida ¿que dirías?-
Muchas ideas se aglomeraron en mi mente unas tras otras sin dar tregua ante tan inocente y retórica pregunta. Tanta historia, tanto ayer construido sobre recuerdos y mas recuerdos, todo acumulado en mi mente, dormido quizás, pero allí, listo para despertar ante esta sencilla pregunta, que probablemente no esperaba respuesta, sino solo romper el silencio molesto que se había instalado entre mi interlocutor y yo.

Ufff diría tantas cosas- respondí y en un arranque de divagación, continúe con mi razonamiento mental en voz alta, cosa que al menos sirvió para que el silencio no pesara tanto –Y, es que dime, como podría elegir solo un camino de recuerdos para narrar, por que si comienzo hablando de mi infancia inevitablemente se crearan veredas paralelas, historias ligadas a mí, no precisamente mías, pero como formaron parte de mi cuento, de mi rollo, me sentiría en la obligación de contarlas, solo como nota al margen quizás, pero contarlas. Osea, es inevitable al hablar del día en que nací, mencionar que casi mi vida se termina en ese instante, pero no puedo decir simplemente aquello, debería entrar entonces en detalles que lo explicaran y así miles de desvíos en cada paso, en cada recuerdo relevante ¿no crees?

Es probable que ha estas alturas de mi divagación, mi interlocutor estuviera vagabundeando mentalmente en su propia historia o quizás, en lo que haría o debía hacer cuando terminara la jornada. Sin embargo, respetuoso de la conversación que el mismo había instalado entre nosotros, me miro, se encogió de hombros y dijo por decir algo
Es que quizás podrías hacer un resumen, los hitos más importantes. Tal vez un nací en, crecí donde, me case con, o algo por el estilo-

-Un breve resumen!!?? – yo misma me sobresalte con lo chillona que salio mi voz. Tosi, me recompuse y guarde silencio, pensando en que, lo mas probable era, que ha mi mentado interlocutor le importara un cuerno mis 34 años de vida, la verdad solo quería romper el silencio o tal vez saber algo de mi. “Algo”, no mi historia, si no la historia publica de mi. Recompuesta respondí a su primera y gran pregunta.


- Pues entonces diría que nací hace 34 años en Santiago de Chile, que vengo de una familia modesta pero no tanto, que tengo 4 hermanos, 3 mayores y uno menor, tres varones y una mujer. Crecí tranquila junto a todos en una casa de Cerrillos, ni grande ni pequeña. Viví una infancia serena y feliz, sin mayores preocupaciones o contratiempos, seguida de una adolescencia un tanto tormentosa interior y emocionalmente, pero en resumen serena y para nada rebelde. Termine mis estudios, busque trabajo, tuve uno que otro antes del actual, en el que llevo 13 años de secretaria. En cuanto al amor, siempre fue tema para mi y apenas leí mi primera novela romántica me enamore, luego me desilusione y me volví a enamorar, sufrí, me desenamore y me enamore nuevamente. Tuve la dicha de conocer a un hombre maravilloso y de que este se enamorara de mí, nos casamos, estamos prontos a cumplir 8 años de feliz matrimonio, tenemos una hija preciosa de dos añitos Antonia José es su nombre, ella cambio mi vida, nuestra vida completamente y somos inmensamente felices, aunque con nuestros contratiempos. Y Eso… en “resumen”

Silencio
Silencio

Creo que ha estas alturas había perdido completamente la atención de mi interlocutor, que quizás arrepentido de preguntar algo que no le interesaba realmente y que jamás pensó que seria revelado en tan extenso relato, se había perdido en sus propias divagaciones.

Y allí me quede ensimismada, pensando en mis nada menos que 34 años de vida, en las miles de cosas que me han pasado, en lo mucho que me gustaría contarlas a alguien que realmente le interesara, claro esta. En mi infancia remota ya, en aquel primer noviazgo fallido, en mi primer beso, en el hermoso amor que llego a mi vida, en mi matrimonio, en mis bebes idos, en mi embarazo, en mi Antonia José, en la pega y como se deterioraron las cosas en ella. En la relación compleja con mis hermanos, en mis amigos, los queridos, los pasajeros. En mis vacaciones, en los hermosos lugares que he recorrido, en mis penas, en mis alegrías, en mis esperanzas, en mis sueños, en resumen en mi vida, hablar de mi vida, contar mi vida.

El silencio se instalo definitivamente entre nosotros, pero ya no fue incomodo, por que ambos estábamos perdidos vagabundeando en nuestras mentes.

lunes, 24 de enero de 2011

El empeñado... ella resignada

Desde hacia un buen rato que luchábamos por que Antonia se quedara dormida, habíamos probado todas las técnicas conocidas y efectivas con ella, pero se resistía caprichosa y juguetona, mas nosotros continuábamos batallando, buscando que entrara en ese profundo estado para tener "nuestro momento", pero nada resultaba. Llego el turno de "Papito", quien tiernamente la tomo entre sus brazos, susurrándole frases cariñosas e instándola ha dormir, ella se acomodo regalona en su hombro y con su bracito pequeño se aferro al cuello de papito, cerrando los ojos juguetona, fingiendo dormir. Papito le comenzó a cantar su canción favorita al oído, suavecito, deslizándose por la casa en un tierno y suave vaivén... escuchaba yo desde el sofá los pies descalzos de mi esposo deslizándose y el susurro de la dulce canción. Sin embargo, luego de un rato sentí silencio, un silencio desconcertante, ya no se oía a Papito cantar o a mi hijita reír o reclamar, nada. Me levante silenciosa desde el sofá y fui buscándolos hasta el dormitorio, allí los encontré... acurrucada en su camita mi pequeña, medio adormilada y tratando por todos los medios de complacer a Papá quedándose dormida, mientras Papito, empeñado, estaba tendido junto a ella, acariciándole la cabeza, susurrándole dulces palabras, instándola a dormir.


Que escena mas dulce se presento ante mis ojos, y por un instante quede muda de emoción, prendida de ese amor incondicional... Papito empeñado en que la pequeña se durmiera, la observaba y acariciaba lleno de amor y con casi adoración, y ella en dulce resignación y franco empeño por complacerlo, cerraba sus ojitos adormilados de cuando en cuando, sin emitir ninguna queja aun cuando no podía entrar en el profundo estado deseado. Otras veces se había dormido con el solo cantar de Papito, pero hoy ansiaba un poco de Mamá, y sospechando esto y solo por eso, me atreví a interrumpir esta tierna escena, reemplace a mi esposo en el espacio junto a la cama, le puse mi pecho al que ella se asió ansiosa y en 2 minutos dormía profundamente, sosteniendo aun el dedo de su papito “nindo” y amado.


Dulce trabajo de dos fue aquella noche dormir a nuestra dulce pequeña y mientras ella dormía profunda y cómodamente en su cama, pudimos disfrutar de una botella de buen vino y ese momento nuestro tan escaso estos últimos tiempos.

martes, 18 de enero de 2011

De brazos cruzados con la culpa

Sentada en el comedor, con las manos cruzadas sobre la mesa, observando silenciosamente a mi alrrededor me pregunto mentalmente ¿Y ahora que hago?. La niña se durmio hace un rato y esta metida en su cunita comoda y segura, ya planche la ropa que necesitaremos el fin de semana, hoy hice un aseo profundo por lo que todo se ve pulcramente ordenado, lave la loza de la once y en general esta casi todo en su sitio... repaso mentalmente mis tareas, mientras mis dedos involutariamente golpetean contra el comedor y sigo de manos cruzadas sobre la mesa. Mi esposo navega hace un rato por el ciberespacio tranquilamente y ya intente sentarme a ver algo en la tv, pero por un lado no hay mucho que me apetesca ver y por otro, de un tiempo a esta parte me he acostumbrado a ver television solo cuando la niña se adormila entre mis brazos o cuando quiere jugar a alguna cosa y yo pongo algun programa para mirar de cuando en vez, si no lo considero una real y enorme perdida de tiempo. En fin, la niña dormida, mi esposo en sus cosas, la casa en orden y ¿ahora que hago yo? Pienso en ir a recoger las cosas que Antonia dejo tiradas en su dormitorio... mmm... repaso mentalmente las cosas que estan pendientes y pienso si quizas deberia adelantarlas, entrar la ropa y doblarla o cualquier tarea domestica pendiente, pero no me animo completamente, ¿por que utilizar este tiempo de ocio en tareas domesticas? por que no usarlo en MI... en MI? y quien exactamente es ese MI al que deseo otorgarle estas horas de nada, y es que con este ansiado y reclamado tiempo libre a mi disposición simplemente no se que hacer, mas que llenarlo de las tareas y mas tareas domesticas y cuando se acaban me quedo en medio de la nada y de brazos cruzados. Me pregunto si a todas nos pasara lo mismo, esta cosa extraña de perderse en las necesidades de otros, a tal nivel de que si esos otros no precisan de ti, te quedas en una pausa llena de incertidumbre, preguntandote que diablos hacias antes de ser esposa, antes de ser madre. Mis aficiones siguen siendo basicamente las mismas, me gusta mucho escribir, pero solo cuando puedo ausentarme un segundo de mi rol de madre logro hacerlo, como ahora que lucho para que mi esposo se haga cargo un segundo de la pulguita. También me encanta leer, pero el tiempo escasea y solo lo hago en la locomocion colectiva de regreso a casa, asi aprovecho un tiempo perdido, esa hora es toda mia para sumegirme en mis libros amados. Es decir, sigo teniendo aficiones y gustos, el problema es que LA CULPA de las cosas pendientes que me persigue, me acosa, me señala con el dedo invisible de lo que debe hacerse, y me impide desarrollar ese MI. La culpa, la culpa que me impide cerrar la puerta del baño, "no vaya a ser que alguien me necesite mientras pierdo el tiempo aqui sentada" Ja.
Me admira (de buena manera) que mi esposo pueda simplemente sentarse frente al notebook y perderse en el ciberespacio sin rumbo fijo, por que siempre que le pregunto ¿en que estas? me mira con cara de extrañesa y me dice en Na', por que la verdad solo esta quemando ese tiempo que por derecho le esta otorgado en algo que disfruta simplemente por disfrutar. Mientras yo sentada en el sofa, durmiendo a la bebé pienso desesperada en todas aquellas cosas pendientes que podria estar haciendo y casi me siento culpable de perder este valioso tiempo... pfff



Que virtud la masculina la de no sentir culpa, la de no permitir que ese bichito espantoso les arruine sus goces, goces que sienten ganados por derecho y que nadie puede negarselos o arruinarselos. Comen miles de calorias en una sentada sin nada de culpa, duermen sin culpa, van al baño sin culpa, pierden el tiempo en cualquier idiotez sin culpa, y es mas se urgan la nariz frente a nosotras sin ninguna culpa y anda tu mujer, acostumbrada a sentirte culpable, a tratar de introducirles la culpa, NO te lo permitiran jamas, te miraran con cara de pocos amigos, se encogeran de hombros y emitiran algun gutural comentario inentendible y te dejaran callada. ¿Por que se nos nego esta virtud? ¿Por que a ellos se les permite vivir la vida sin autoflagelarse por nada? Al fin y al cabo, si cometen algun error, si engordan un poco, si beben mas de la cuenta, si llegan atrasados por no prestarle atencion a su despertador, siempre SIEMPRE habra cerca una mujer a la que cargar con la culpa, a la esposa, a la madre, a la amiga...

Creo que ire a recoger las cosas de Antonia mmm si eso hare.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Las Animitas camino a casa


Nace una "Animita" por misericordia del pueblo en el sitio en el que aconteció una "mala muerte" -Oreste Plath-.
“Una animita es un lugar de veneración […], construcciones que recuerdan de un hecho trágico en espacios públicos.”
Tema delicado al que oso referirme hoy, mas, me es imposible detener mi mano y mis pensamientos. Semana tras semana, de regreso a casa, observo tristemente como en la extensa y sinuosa “Matucana”, se alzan silenciosos muchos de estos altares al dolor, y sin poder evitarlo, al ir recorriendo este sendero que me lleva con los míos, con mis amores, me pregunto quienes son los que vieron su vida interrumpida violentamente en este lugar sombrío. Me pregunto también por aquellos, que en su dolor y desesperación, buscaron consuelo alzando esta “animita” en el lugar preciso donde su “amado” cerro los ojos para siempre, dejando así un testimonio publico de su doloroso adiós. Bien se yo que ningún alma vagabunda o en pena reside en ese altar, y que, quien halla perdido su vida, por muy trágica que fuese su muerte e injusta, ya tiempo hace que descansa sereno, sumido en un profundo sueño esperando, quizás, por un llamado Divino. Mas no puedo pasar por alto la historia que se gesta en este “santuario” a la pena, historia lúgubre de violencia y desesperación, vida arrancada, truncada e historias inconclusas, marchitas, perdidas. Imagino familias desbaratadas, madres perseguidas por la pena, hijos dolientes y abandonados, esposos abatidos, viudas atribuladas, pena, dolor, lagrimas, desaliento… pienso también en sus verdugos, criminales comunes cargados de maldad o pasionales verdugos de mente alterada, o los infortunados e imprudentes conductores que siegan una vida y arrastran la culpa eternamente. Veo, palpo, siento el dolor, en cada vela, en cada adorno polvoriento que resguarda la “animita”. Existen muchas abandonadas a la deriva del tiempo, invadidas por los años, por la maleza y por el polvo; otras arrancadas de su sitio, pero respetuosa y supersticiosamente dejadas a la orilla del camino, olvidadas por siglos, mudas testigos de una vida truncada, deshecha, extinta. Otras lucen adornos recientes, velas siempre encendidas, flores con aguas limpias y al pie una banquita donde el deudo doliente se sienta, quizás, de cuando en cuando ha recordar, deseando tal vez sentir palpitar el amado corazón, mirar las ultimas imágenes que sus ojos vieron, tratando de percibir en el ruidoso ir y venir, el ultimo suspiro de los labios amados. Imagino y casi puedo palpar en mi corazón la terrible sensación que se debe experimentar al pisar esa vereda, ese sendero, donde los pies amados caminaron por ultima vez, sendero de perdición que miles recorren sin cegar tan funestas consecuencias. Dolor y mas dolor, y en muchos casos violencia sin nombre, locura, demencia desenfrenada que arranca una vida para vengar quizás que pensamiento inexistente y descabellado. Se deja un testimonio, una ofrenda a esa pena sin nombre, a la locura, al infortunio.
Suspiro en medio de tanta tristeza, y sin quererlo mas de una vez me inclino a leer fechas e inscripciones y mi corazón se acelera y mi imaginación vuela tras la historia secreta que encierra ese altar… son 8 o 9 las que cuento camino a casa, cada día las observo de prudente distancia; pero son tantas las que pueblan nuestras extensas carreteras y avenidas, tantas que no puedo ya llevar cuentas, y hay otras tantas escondidas en parques y bosques, que la gente a convertido en “altares de santos” venerados, nada más que por lo trágico de su adiós, pensando que la sangre inocente lava culpas ajenas y la superstición las convierte en lugares de peregrinación mítica y mas de alguno dice que le curo de algún mal o de alguna pena, y le dejan un regalo o una placa y se olvida al doliente, al que alzo aquel altar para dejar fluir su pena, para tener un lugar donde llorar y palpar las últimos respiros de su “amor”.
En fin “nace una "Animita" por misericordia del pueblo en el sitio en el que aconteció una "mala muerte"” pero díganme, ¿existe acaso una buena muerte?

lunes, 15 de noviembre de 2010

Espejismos

Nuevamente el terror se apodera de mis sueños, el desconcierto y la calamidad me rodean, prisionera estoy de mis fantasmas, en un espejismo tan real que duele y del que no hay escapatoria. Me dejo llevar y lentamente voy sumergiéndome, hundiéndome en el lodo de mis pesadillas.
Una catástrofe de grandes e ignoradas proporciones, ha dejado al país devastado y en caos, vivimos confinados en nuestros hogares, por miedo a los malvados que acechan sin piedad. Estamos imposibilitados de conseguir dinero, el alimento escasea y los hombres, arriesgando sus vidas, se ven obligados a salir al caos y oscuridad total, para buscar algo con que sostener a sus familias, veo con angustia salir de casa a mi esposo, a mi padre, a mis hermanos, veo a mi pequeña pasando hambre y a mi misma vestida de harapos. Estamos todos concentrados en una casa, la que sobrevivió a la catástrofe, allí con mis cercanos pasamos penurias y dolores, siento el miedo y la desesperanza instalados en medio de mi pecho, tanto que duele. Veo las ruinas de la ciudad, veo dolor, palpo la angustia y sufro. Se suceden imágenes espantosas, unas tras otras y no se si las veo desde lejos o estoy prisionera entre ellas. Angustia!!!

Despierto dolorida del alma, y siento alivio de descubrirme en la cama junto a mis amores, con ternura y cuidado, acomodo a mi pequeña que esta atravesada en su cama, le cubro la espalda a mi amado y me acomodo para seguir durmiendo, feliz de haber abandonado mi pesadilla cruel. Pero, sin quererlo, sin sospecharlo, me sumerjo en las mismas angustiantes aguas del espejismo recién abandonado, pero ahora soy yo la que debo recorrer la ciudad en ruinas buscando comida, dinero, agua… me veo vistiendo a mi pequeña, despidiéndome y reconfortándola y abandonando la seguridad de mi hogar, dolorida; junto a mi esposo recorremos calles atestadas de gentes en harapos y desoladas, buscando, al igual que nosotros algo que comer, me duele pensar en que mi niña esta esperándome sola en casa y me agobia, aun mas, que este pasando hambre, caminamos, caminamos y buscamos sin encontrar jamás el ansiado alimento, siento pánico.

Mi sueño da un nuevo y extraño vuelco, algo ha sucedido, la calma y seguridad ha vuelto a la ciudad, ahora veo a miles que vuelven a sus hogares y nosotros también, tranquilos y felices de retomar nuestras vidas, siento al fin paz y creo que ha acabado el dolor. Más solo he mudado una pena por otra, Cristian, me dice que ahora que ha vuelto la paz, me deja!!! Simplemente se marcha en busca de nuevos horizontes, no lo puedo creer, el dolor me atraviesa y la rabia me deja sin habla. Lo amenazo con quitarle a la hija, con que jamás volverá a ver a Antonia, primero grito furiosa, luego amenazo con rabia. Nada lo inmuta, esta decidido e incluso siente que será lo mejor para todos el alejarse completamente de nosotras. No lo puedo creer, le recrimino miles de cosas y al final lo obligo a firmar un documento en que renuncia a su amada hija, solo esperando que con esto reaccione, pero no es así y acude a despedirse de nosotras. El dolor es inmenso, me dobla, me desespera, quiero retenerlo y lo abrazo fuerte, apelo a sus recuerdos, a mis besos, a sus nostalgias, pero nada. Me abraza tierno, siento su calor y duele aun mas este abandono y la idea de una vida entera sin ese calor. Le ruego que se quede, ahora con lágrimas y sumisión, pero él, sereno, se desprende de mí, me arranca de su seno y se aleja. Entre sollozos le pido que se cuide y que vuelva a nosotras cuando desee…

Despierto… él esta apegado a mi espalda, me abraza abandonado a su sueño, siento ese calor dulce y conocido que me acompaña cada noche, cada amanecer, mas allá en su cunita duerme mi pequeña tomada de mi mano, serena y feliz… la bruma de la pesadilla se disipa, me abandono a este amor y siento paz.
Amo!!!