jueves, 30 de agosto de 2007

Ya vendrán las risa...

Sentada en la terraza observo el cielo infinito que se extiende ante mis ojos cansados, tras las montañas asoman los primeros rayos de sol aun invernal y el cantar alegre de los pajaros despierta a la ciudad dormida. Las imagenes que hasta hace unos momentos eran borrosas van cobrando forma y vida... el verde de los arboles, la techumbre de las casas, las calles grises, las personas silenciosas camino a sus trabajos...

He estado sentada aquí toda la noche, hablándole al silencio y la oscuridad, despidiendo mi tristeza... Ya era tiempo de dejarla ir, ya es tiempo de decir adiós...

Le confesé tantas cosas a las luna silenciosa y paciente... le hable de ti, mi esposo amado y de lo feliz que soy junto a ti. Le hable de nuestra historia, de lo mucho que nos costo decidirnos a estar juntos, Hable de las heridas que ambos llevamos en nuestro corazón y de como las hemos superado en confidente amor.
Le conté de nuestros sueños y esperanzas y de lo arrogantes que eramos al creer que los hijos vendrían cuando nosotros quisieramos. Le hable de nuestro primer hijo, ese que se marcho en febrero y de lo mucho que luchamos para retenerlo. Le conté que si no se hubiera marchado ese triste 15 de febrero, estaría por venir a nosotros el próximo mes. Le confesé lo mucho que aun dolía ese recuerdo y de como me costaba enfrentar la llegada de Septiembre. Quise ser completamente franca, por eso llore una vez mas su partida. Fueron lágrimas dulces esta vez, lágrimas de adiós y con ellas lavé las culpas y temores que me dejo tras de si esa perdida... y dije adiós a esa gran tristeza, para quedarme solo con el recuerdo, el recuerdo tierno de mi primer embarazo, del primer test positivo, las risas, los gritos, el miedo y los sueños... eso quedara para siempre conmigo, no se marchara aunque los años se lleven mi juventud y mi fuerza. Fui feliz por unos días y eso se queda aquí conmigo. Mientras el silencio de la noche me envolvía suavemente, me sentía un poco mas liviana de ese dolor y con mas fuerzas para seguir adelante confesándole a la luna mi dolor... y murmure al viento
"Adiós pequeño mio, mi primer hijo, mi primogénito... siempre soñare con quien pudiste llegar a ser... siempre atesorare tu recuerdo y ya no llorare mas por haberte tenido en mi..." Y flotando con la brisa deje ir ese dolor...

Le hable entonces de nuestro puntito, nuestro segundo hijo, ese que se marcho hace tan poco y que aun nos duele en el alma. Le conté de nuestros temores cuando recién nos enteramos y de como esquivamos la ida al medico hasta que ya nos sentimos completamente seguros de que el se quedaría con nosotros. Le hable de como nos emocionamos cuando apareció su corazón latiendo fuerte y claro en la pantalla. Le hable largo rato de esa primera ecografia, de lo increíble que fue saber que en mi vientre llevaba a un hijo nuestro, que estaba vivo y fuerte y que ya tenia corazón. Le hable de lo felices y confiados que nos sentimos al recorrer las calles aquella noche de regreso a casa y es que por primera vez en semanas, nos atrevimos a soñar sin miedo y claro le hable de como todo se derrumbo abruptamente en solo tres días.
Con el recuerdo, vinieron las lágrimas y con ellas el llanto... no pude seguir hablando, mi voz se transformo en un sollozo, al principio cargado de angustia, desesperación y rabia, para luego ir deshaciéndose en un suspiro eterno. La noche me dejo llorar sin interrupciones, dejo que derramara todo ese dolor, toda la pena y la angustia que conviven conmigo cada día desde su partida. No me consoló, no me abrazo, ni me conforto... me dejo sola y dolida que vaciara mi corazón hasta quedar exhausta...
Cuando me sentí mas tranquila, levante los húmedos ojos al cielo y hable desesperada... hable de esas palabras sin esperanza del medico... "Reposo, mucho reposo y bueno recen harto..." aun retumba esa frase en mis oídos, aun me duele que nada pudimos hacer nada para retener a ese pedazo de amor.

En un suspiro le conté que despertamos ese sábado con las esperanzas cansadas y sintiendo que el mundo se nos derrumbaba gota a gota, que lloramos anticipadamente la partida, que sentimos miedo de perder el valor para lucha y de como en unas horas nada importaba por que la vida de mi hijo se escurrió dolorosamente de mi.

Hable entonces de la clínica y de mis miedos de dejarte solo. Le confesé mis inmensas ganas de partir junto con nuestro hijo y de como tú mano fuerte y suave me sostuvo asida a tu amor esas largas horas de espera. Le hable de como, en medio del dolor encontré nuestro amor inmenso vivo y fuerte, dandome las fuerzas y las ganas de luchar para envejecer junto a ti. Hable de la llegada a casa esa mañana de domingo y de como durante días imaginaba que todo había sido una triste pesadilla y que pronto sentiría a ese hijo en mi.
Le hable de la mascara que aun uso frente a otros para esconder mi pena y de como lloro a escondidas, mientras sonrió para el mundo y de lo solos que nos sentimos con nuestra pena.
Le conté de aquella cajita que tuviste guardada en tu abrigo por mas de un mes, del miedo que sentíamos de abrirla y de los sentimientos confusos que nos provocaba palparla a traves de la tela. Le confesé el lugar donde dejamos a ese rastro de amor, allá en el cementerio, bajo los arboles añosos y de como hubiera querido atreverme a decir adiós. Le conté cuanto extrañabas llevar contigo ese trocito de amor y de como me dolía comprenderlo.

Le grite a la noche y al silencio que estaba cansada de llevar esta tristeza y angustia conmigo cada segundo, que deseaba decir adiós y dejar atrás este momento oscuro de nuestras vidas, para seguir adelante y ser feliz. Que deseaba resignarme a su partida, así como había sido capaz de desprenderme de mi primer pequeño, pero que no lograba renunciar a ese dolor porque de alguna manera mantiene vivo a nuestro puntito... hable horas y horas al vacío de la noche, hasta que me sorprendió la mañana queriendo despedir a mi tristeza sin conseguirlo completamente, pero esos rayos tímidos de sol aun invernal que iluminaron la fresca y deliciosa mañana, me susurraron al oído...


Ya vendrán las risas... paciencia ya vendrán...

Y sabes le creí...

jueves, 9 de agosto de 2007

Mi corazón esta destrozado...

Mi puntito se marcho para siempre y no tengo consuelo a mi dolor... Estuvo tan poco conmigo, pero lo ame con todo mi ser y lo extraño mucho. Fue un milagro saber que crecia en mi y que su corazón latia fuerte y claro y de pronto, sin ninguna razón se desprendio de mi, sin que nada pudieramos hacer para retenerlo. Se fue, al igual que su hermanito hace unos meses y me he quedado sin fuerzas, sin alma, sin corazón!!!

Quisiera que todo fuera un mal sueño o un error de los medicos y que un milagro lo conservara vivo en algun rincón de mi... Pero no es mas que una ilusion, un sueño imposible y mi corazón esta herido, marchito, destrozado. Quisiera decirle tantas cosas que me atormentan, quisiera saber si tuvo miedo, si sufrio, si se despido...

Adios puntito mio, mi amada Matilda, mi añorado Santiago... cada día soñare con su rostro y les dare todo mi amor...