miércoles, 20 de octubre de 2010

Bajo tierra...

Encerrados en fondo oscuro y húmedo de la tierra esperan a que vengan por ellos. Silenciosos, taciturnos, temerosos del incierto futuro que se ha cernido sobre sus cabezas. Puede que mañana mismo desbloqueen la salida y puedan ver el sol brillar, puede que en un par de semanas den con su paradero y consigan arrancarlos de las entrañas de la tierra caliente, pero de igual forma es posible que se cansen de buscar inútilmente, y aunque están seguros que habrá quienes clamen por su vida e imploren por su rescate, también sospechan que pueden ser abandonados allí, en ese espacio exiguo, caluroso y oscuro, bajo metros incontables de tierra maciza y roca, cautivos, sepultados vivos.

Ellos saben que allá en la superficie se escribe su destino, y solo ruegan misericordia y esperan... esperan callados mientras en sus cabezas danzan, al son de la desesperación y la incertidumbre, miles de ideas y pesadumbres, en sus gargantas se encuentran atoradas las palabras que no dijeron a sus seres amados antes de partir rumbo a la faena, aquel te amo mezquino que siempre se niega a salir de los labios, aquella caricia esquiva, aquel perdón pendiente... pero quien iba a pensar que en fracción de segundos el cielo se iba a cerrar sobre ellos.

Como todos los días, habían abordado el camión que los conducía hasta las entrañas de la tierra, como todos los días habían tomado sus herramientas y cada cual se había dado a la tarea de arrancarle a la tierra sus preciosos metales, como todos los días pasaban sus horas sumergidos en las profundidades... hasta que todo se derrumbo sobre sus cabezas, dándoles el tiempo escaso de huir aun mas profundo, internándose desesperados en busca de seguridad y para cuando todo se hubo calmado, cuando la tierra se hubo asentado, solo había oscuridad y silencio... es verdad que trataron de desandar sus pasos, de buscar una salida, pero solo dieron con roca dura y oscuridad.
Tratan de no perder las esperanzas, de rato en rato, rompen el silencio con palabras de aliento, con palabras de esperanza, se pasean y se golpean las espaldas, tratando de reconfortar y reconfortarse pero, cuando las horas avanzan y el silencio los envuelve cada vez mas amenazador, piensan involuntariamente si sobre la tierra los habrán dado por muertos y los dejaran sepultados allí, en ese hueco húmedo y oscuro, y se preguntan, cuanto tiempo pasara antes de que la locura se apodere de sus mentes; ahora son todos camaradas, compañeros de labor y de desgracia, pero cuando la comida y el agua comience a escasear ¿serán capaces de mantener ese compañerismo desinteresado? Se miran involuntariamente recelosos, pensando quien cederá a la desesperación primero, si aquel mas joven muchacho, nuevo en estas faenas, no acostumbrado al aire denso y la oscuridad punzante, o aquel “viejo” de años de experiencia, pero de pulmones cansados y enfermos de tanto respirar este aire árido.

Y esperan a 700 metros de profundidad, se rearman, se organizan, se acomodan y esperan, durante 17 largos días simplemente esperan...

1 comentario:

Cristián dijo...

Felicidades mi amor. Tu forma de narrar, desde tu siempre atinada optica es única. Me emocionaste.

Te amo mucho.