Tras los pasos prudentes hacia el mañana, hacia el futuro, hacia lo incierto, siempre va el tambaleante dudar de sí el siguiente movimiento nos llevara a lo que anhelamos y buscamos sin descanso “La ansiada felicidad” o si al menos encontraremos un grado de paz que nos permita disfrutar de los pequeños detalles que llenan nuestra vida y la hacen valiosa. El futuro se presenta como sombras difusas, niebla espesa que esconde el misterioso porvenir, nunca sabemos que realmente nos espera mas allá de las olas espesas del presente y vamos arriesgando vida, tiempo y sentimientos mientras nos adentramos en el turbulento mar del mañana, buscando tierra firme, siempre a tientas, pero seguros de que mas allá de la niebla encontraremos aquello que buscamos y que nos permitirá impulsarnos y seguir adelante, avanzando, superando y dejando atrás lo malo, para atesorar lo bueno.
Sin embargo, a veces, como hoy o como esta semana o quizás como este mes completo y tal vez aun más allá en mi vida, las fuerzas de estas gigantes olas del presente son tan poderosas que me arrastran a su antojo y me siento perdida en esa niebla, dando manotazos a locas, buscando pisar tierra firme en forma desesperada para encontrar estabilidad, paz, y así dar el siguiente paso sin caer en el abismo de la desolación y perder para siempre la cordura.
Particularmente hoy, la niebla se ha vuelto aterradoramente espesa y oscura, me envuelve y confunde, modifica las realidades y me ahoga, transforma las cosas mínimas en colosos monstruos amenazantes que me aterran y me dejan sin fuerzas, me paralizan y huyo, me escondo, me refugio, sin lograr ver la hermosa realidad que me espera allá lejos de este cruel escenario en que me veo obligada a caminar. Cierro los ojos y espero en silencio a que la bruma se disipe un poco, lagrimas silenciosas limpian mis ojos y un sollozo retenido por milenios escapa de mis labios, siento temor de extender mi brazo y que ese monstruo siga allí, acechándome, esperando para devorar mi cordura, me siento débil e ínfima, incapaz, cual niña asustada esperando a ser rescatada... me pregunto donde han quedado mis fuerzas, aquellas que me han permitido llegar hasta aquí, dejando atrás tantos pesares y problemas, esas que me sostienen y que ha otros ha sostenido, donde se fue, quien me la quito, quien la consumió... No lo sé, solo percibo este vacío en mi voluntad, este temor que me paraliza, que me torna vulnerable y pequeña, incapaz de alzarme y tomar las riendas de esta vida mía, que como todas tiene de tristezas y alegrías, de pesares y de risas... no es particularmente desgraciada o especialmente intrincada, sin embargo, hoy la percibo injustamente sobrecargada de problemas insolubles, mas no es eso lo que me angustia, si no mi propia vulnerabilidad, mis ganas de huir, de esconderme, de bajar los brazos y dejarme llevar por las olas mar adentro y perderme en su vaivén, ya no luchar, ya no ir tras nada mas que silencio, un infinito silencio que acalle mi mente tortuosa y dormirme en la corriente de este mundo, que hoy siento en mi contra.
Pero más allá de las olas, mas allá de la niebla, escucho primero el murmullo de una voz infantil llamándome “Mamá, mama”, luego una voz varonil que me nombra amoroso y que me insta a seguir, me recuerda que su mano firme me espera allá, que solo me basta extender mi brazo y el me atraerá hacia si y me confortara entre sus brazos, que solo falta un poco mas, que luche un poco mas y estaré con ellos en tierra firme, para recobrar las fuerzas, con ellos mis amores, mi vida, la de verdad, la que la niebla no me deja ver.
Un poco mas y podré ver mas allá de las olas, mas allá de la niebla.
1 comentario:
Siempre estaré dispuesto a extender mi brazo para atraerte hacia mi, para que encuentres consuelo, tranquilidad. Lo mejor de mi para dartelo, porque te mereces eso y mucho más.
Cuando te sientas débil, cuando creas perder las fuerzas, cuando necesites esconderte de tus mounstros, cuenta con mi brazo protector.
Juntos crearemos nuestra tierra firme y soñada, en medio de este viejo sistema, juntos constuiremos nuestro propio mundo, en el que estemos y nos sintamos seguros. Juntos, siempre juntos.
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