Recuerdo cuando la sentí entre mis brazos por primera vez, una hermosa pequeñita que me observaba curiosa... al verla, al sentir su frágil y pequeño cuerpo contra el mio y su boca ansiosa asiéndose de mi pecho, se despertó en mi un sentimiento tan enorme que abarco todo mi corazón, todo mi ser... un amor sin limites y una necesidad inmensa de protegerla, de acunarla y darle lo mejor de mi y de la vida. Es un sentimiento inexplicable el que nació con mi porota y que ha ido creciendo y madurando con el paso de los días, algo que no logro expresar en palabras y que jamas creí posible. Sus llantos llegan a lo mas profundo de mi alma y remueven mi corazón, haría cualquier cosa para calmar su agonía, su pena, su dolor; hay quienes ríen de mis aprensiones, es que no comprenden este sentimiento loco que llevo dentro de mi y que me une a esa pequeñita, que me mira con amor y confianza.
sábado, 28 de febrero de 2009
Primeriza
Recuerdo cuando la sentí entre mis brazos por primera vez, una hermosa pequeñita que me observaba curiosa... al verla, al sentir su frágil y pequeño cuerpo contra el mio y su boca ansiosa asiéndose de mi pecho, se despertó en mi un sentimiento tan enorme que abarco todo mi corazón, todo mi ser... un amor sin limites y una necesidad inmensa de protegerla, de acunarla y darle lo mejor de mi y de la vida. Es un sentimiento inexplicable el que nació con mi porota y que ha ido creciendo y madurando con el paso de los días, algo que no logro expresar en palabras y que jamas creí posible. Sus llantos llegan a lo mas profundo de mi alma y remueven mi corazón, haría cualquier cosa para calmar su agonía, su pena, su dolor; hay quienes ríen de mis aprensiones, es que no comprenden este sentimiento loco que llevo dentro de mi y que me une a esa pequeñita, que me mira con amor y confianza.
lunes, 9 de febrero de 2009
Su llegada...
Aunque me había preparado mentalmente miles de veces para vivir el ansiado momento de traer al mundo a nuestra hija, al ingresar a pabellón me sentía aterrada; había repasado una y otra vez como seria el proceso y los preparativos médicos para dar la bienvenida a mi ansiada Antonia José... la anestesia, la camilla angosta, los rostros desconocidos observandome e invadiendo mi intimidad, la desagradable sensasion de que parte de mi cuerpo entrara lentamente al mundo de la insensibilidad y había prometido tener calma, dejar que todo transcurriera pensando en el "futuro", que implicaba tener a mi amada porota entre los brazos. Sin embargo, al enfrentar el momento al fin, me sentía aterrada, perdida y lejos de la única persona que me da fortaleza y valor. Temblaba, transpiraba frió y me aferraba a las manos piadosas de la matrona que intentaba calmarme... desesperada trataba de visualizar el rostro de mi esposo y sentir su mano tomando la mía para impartirme valor. Recostada en la camilla, con los brazos extendidos, conectada a maquinas con pitidos extraños, con un medico preguntándome como me sentía y viendo como otros, afanosos, trabajaban en mi vientre me sentía perdida y casi había olvidado el porque me encontraba en tan atemorizante situación. Para empeorar las cosas, una reacción adversa a la anestesia hizo que todo el cuadro se volviera aun mas estresante, en medio de las faenas comencé a tener arcadas incontrolables y el mundo se habría bajo mi espalda y sentía unas ganas locas de salir huyendo, se arrastrarme hasta la puerta suplicando auxilio.
Los médicos se apiadaron de mi e hicieron entrar antes de tiempo a mi amado esposo. Cuando el medico ordeno su ingreso, una luz de esperanza se instalo en mi pecho y sentí un poco de calma, al fin su rostro algo asustado apareció en la puerta y presuroso cogió mi mano temblorosa. En sus ojos normalmente en extremo serenos, se vislumbraba el terror y las incontrolables ganas de salir huyendo, pero resistió estoicamente e incluso fue capaz de grabar la llegada al mundo de nuestra hermosa hija.