Desde hacia un buen rato que luchábamos por que Antonia se quedara dormida, habíamos probado todas las técnicas conocidas y efectivas con ella, pero se resistía caprichosa y juguetona, mas nosotros continuábamos batallando, buscando que entrara en ese profundo estado para tener "nuestro momento", pero nada resultaba. Llego el turno de "Papito", quien tiernamente la tomo entre sus brazos, susurrándole frases cariñosas e instándola ha dormir, ella se acomodo regalona en su hombro y con su bracito pequeño se aferro al cuello de papito, cerrando los ojos juguetona, fingiendo dormir. Papito le comenzó a cantar su canción favorita al oído, suavecito, deslizándose por la casa en un tierno y suave vaivén... escuchaba yo desde el sofá los pies descalzos de mi esposo deslizándose y el susurro de la dulce canción. Sin embargo, luego de un rato sentí silencio, un silencio desconcertante, ya no se oía a Papito cantar o a mi hijita reír o reclamar, nada. Me levante silenciosa desde el sofá y fui buscándolos hasta el dormitorio, allí los encontré... acurrucada en su camita mi pequeña, medio adormilada y tratando por todos los medios de complacer a Papá quedándose dormida, mientras Papito, empeñado, estaba tendido junto a ella, acariciándole la cabeza, susurrándole dulces palabras, instándola a dormir.
Que escena mas dulce se presento ante mis ojos, y por un instante quede muda de emoción, prendida de ese amor incondicional... Papito empeñado en que la pequeña se durmiera, la observaba y acariciaba lleno de amor y con casi adoración, y ella en dulce resignación y franco empeño por complacerlo, cerraba sus ojitos adormilados de cuando en cuando, sin emitir ninguna queja aun cuando no podía entrar en el profundo estado deseado. Otras veces se había dormido con el solo cantar de Papito, pero hoy ansiaba un poco de Mamá, y sospechando esto y solo por eso, me atreví a interrumpir esta tierna escena, reemplace a mi esposo en el espacio junto a la cama, le puse mi pecho al que ella se asió ansiosa y en 2 minutos dormía profundamente, sosteniendo aun el dedo de su papito “nindo” y amado.
Dulce trabajo de dos fue aquella noche dormir a nuestra dulce pequeña y mientras ella dormía profunda y cómodamente en su cama, pudimos disfrutar de una botella de buen vino y ese momento nuestro tan escaso estos últimos tiempos.